Estoy enfadado por el confinamiento, ¿Cómo lo gestiono?


La mayoría de nosotros estamos viviendo este confinamiento como una situación que están superando unos límites nunca vividos anteriormente, en mayor o menos medida, atravesando una “montaña rusa” de emociones, desde que se decretó el estado de emergencia en España a consecuencia del Covid-19 a mediados del mes de marzo y en el que aún seguimos inmersos.
Al principio de esta medida, algunos de nosotros no le dábamos importancia a las consecuencias de este virus, en lo referente a los casos contagiados o las vidas humanas que se perderían y se siguen perdiendo. Los datos que venían de la lejana China hablaban de unos 3.000 muertos en un país con más de mil millones de habitantes no nos impresionaban, y aunque en el país “hermano y vecino” que es Italia, daban unas cifras y una evolución preocupantes, nosotros estábamos haciendo nuestra rutina de vida …
pero ¿Por qué muchos reaccionamos así? la mayoría de los seres humanos, ante los problemas o las malas noticias la tendencia es “negarla” al principio
o podría ser desconocimiento de la información sanitaria que había… pero nosotros (la mayoría de la gente) tenemos vidas “normales” y no podemos tomar decisiones de Estado y nuestras reacciones de que “no pasa nada”, es entendible, pero se supone o se espera que nuestros dirigentes, gobernantes y/o los que toman las decisiones relevantes (que cuentan con información privilegiada y mucho antes que el “ciudadano de a pie”) no pueden negar la evidencia de lo que ocurre y hacer como que no pasa nada, porque ha pasado y pasa…
Una de las emociones más recurrentes durante este confinamiento es el enfado, que puede conllevar (o ha conllevado) a problemas de relaciones con las personas más cercanas.
El Enfado en cuarentena
Por todo lo anterior, se produce en las personas confinadas, un desajuste emocional que se expresa a través del enfado, la rabia o la ira y un gran malestar psicológico…
Pero…¿en todas las personas igual?
¡No!… Unos intentarán justificar las decisiones de nuestros gobernantes, ya que ellos pueden sentirse “cómplices” de sus acciones (porque les votaron, o sienten afinidad ideológica y son los que toman las decisiones o porque creen que son las decisiones correctas) e intentarán evitar lo que en psicología se llama “disonancia cognitiva” y es por eso que intentarán entender lo que está pasando con los “mantras” comunicativos que repiten los medios y comunicadores: “esto no se esperaba”, “nunca se ha vivido algo así”, “está pasando en todo el mundo”, “en otros sitios los datos están mal”… e incluso se “alegran” que otros países de tendencias políticas diferentes a las que gobiernan aquí les vayan mal (en especial en EEUU, Brasil o UK) para justificar lo que ocurre en España (mal de muchos, consuelo de todos), o que todos los males que estamos pasando, se deban a los “recortes sanitarios del PP” en sus momentos de Gobierno… todo ello comprensible desde el punto de vista psicológico, para evitar mayor malestar del que sufrimos.
Las personas con ideologías diferentes a los que gobiernan, su enfado y malestar se centrará en responsabilizar a los que “deciden” ya que por “culpa” de los que gobiernan ocurre lo que está ocurriendo: estar encerrados y perder libertad, gran número en muertos “oficiales” por millón de habitantes en todo el mundo, no dotación a los sanitarios de medios de protección (los famosos EPIs), muertes en soledad en las residencias de personas mayores, los cierres de empresas o negocios que no se pueden desarrollar con normalidad y las muertes “sin despedidas” de seres queridos en hospitales (que conllevará indudablemente a duelos patológicos de aquellas personas que no pudieron despedirse de sus familiares).
Nos guste más la política o menos, está claro que necesitamos para nuestro bienestar psicológico entender las circunstancias y encajar una secuencia argumental de lo que ha pasado, pasa y pasará…y mientras eso no ocurra, nuestras expresiones de enfado, rabia e indignación nos acompañaran en mayor o menor medida.
Para gestionar mejor el enfado
Las recomendaciones son muy variadas, pero de forma general serían:
Respecto al enfado (ira, rabia, impotencia, irritabilidad o sentimientos similares) lo que es fundamental hacer es poder expresar lo que uno está sintiendo: podemos expresarlo a un profesional (psicólogo clínico), gente de confianza (familia, amigos o redes sociales) o para no sobrecargar a los demás, realizar un “diario emocional” en el que podamos describir cómo estamos viviendo esta situación, en cada momento que necesitemos.
Si lo que me enfada son situaciones con otras personas, hay que elegir un momento en el que estemos nosotros calmados, a solas (sin terceras personas) y describir la situación que te enfada de forma objetiva y desde uno mismo: “a MI la situación que vivimos…ME hizo sentir mal…y ME gustaría que entiendas como ME siento…y sé que esta situación ME es difícil y ME gustaría cambiar algo para que no ME vuelva a sentir mal…que podríamos hacer para que YO no esté así” y esperar propuestas de la otra persona para ver que opciones son…quizás te proponga una alternativa, lleguéis a un pacto o a nada pero por lo menos expresas cómo te sientes al otro y lo que te pasa para que te intente entender.
Para canalizar de forma constructiva ese enfado se pueden hacer actividades creativas (pintar, cocinar, escribir, cantar, bailar…), hacer alguna actividad física adaptada al espacio que tenemos en casa (es recomendable para niños y adultos), nos hace canalizar la fuerza y la energía extra que nos da el enfado, y si conseguimos que en esa actividad casera participe de forma prioritaria las manos, mejor.
Si somos conscientes de que estamos demasiados irritables frecuentemente, es útil practicar a lo largo del día ejercicios de relajación y meditación, con unos horarios fijos posibles.
Muchas veces, nuestro enfado se debe a que vamos acumulando pequeñas cosas del día a día, y debemos de ser muy flexibles con nosotros mismos y con los de nuestro entorno, ya que los demás también tiene su montaña rusa diferente a la de uno mismo.
Conclusiones

Muchas veces el enfado nos muestra el camino de nuestra “libertad” deseada, es hacia dónde nos gustaría ir o lo que querríamos en situaciones manejables por nosotros, y cuando nos lo limitan y nos sentimos amenazados…sería nuestro faro en la oscuridad del mar… y cómo son temas importantes, tenemos que esforzarnos por que vuelva la calma, primero en ti (de ahí las recomendaciones) luego en tu entorno más cercano y más adelante en tu espacio social de influencia.

El enfado es nuestro “pitufo gruñón egoísta”, que quiere lo mejor de ti y quiere manejar tu entorno a tu gusto…ahí es posible que este la luz…pero lo debes gestionar con cabeza.

Juan G. Castilla
Psicólogo Clínico y Especialista en Inteligencia Emocional